Resignación y hartazgo son las palabras que más se escuchan últimamente entre la población española que, sin embargo, no inunda las calles para protestar. Según datos del último barómetro del CIS (Centro de Investigaciones sociológicas), casi el 80% nombra al paro (que en febrero batió un nuevo récord al situarse en 4,3 millones, una de las tasas más altas de la Unión Europea) como su principal preocupación. Y es un problema que no discrimina por edad o formación. Con un desempleo juvenil del 40% , muchos veinteañeros han decidido gastar menos dinero en irse de cañas para dedicarlo a clases de alemán, aferrándose a la esperanza de formar parte de ese grupo de españoles que la canciller germana, Angela Merkel, promete llevarse a su país a trabajar. Así que en algunas aulas universitarias ya no se habla de salidas laborales, sino de “lo que ha dicho la Merkel.”

Bajo el inmobiliario, los corruptos

Tras el paro y la economía en general, el tercero en el podio de las preocupaciones españolas es la clase política, que para muchos necesita una profunda renovación. Las causas de este desgaste son múltiples, pero por encima de todas ellas destaca el nivel de corrupción nacional, que tiene incluso su propia entrada en Wikipedia. Habitual protagonista de la no solo joven sino también inexperta democracia española, lució con todo su esplendor con la explosión de la burbuja inmobiliaria, cuando salieron a la luz importantes tramas urbanísticas con numerosos políticos supuestamente implicados. Desde entonces, los españoles se han habituado a desayunar con noticias de la policía accediendo a diversos ayuntamientos para revisar sus cuentas. 
El tradicional bipartidismo entre PP y PSOE, agitado por escándalos y traumas que cada ciertos años cambian al Gobierno, tampoco parece estar en plena forma. Internet ve nacer movimientos sociales llegados del decontento político; es el caso de ‘No les votes’, que llama a cambiar la configuración de las cámaras, a sancionar duramente en las urnas a los partidos con más presencia (PP, PSOE, CiU) y otorgar el poder a otras formaciones políticas.