Fraga
Iribarne ha muerto. Sesenta años de vida política, sesenta años sin bajarse del
coche oficial. Todo tiene su fin.
Hoy,
hasta los que no le deben nada, hasta los que se han visto vilipendiados y
abochornados por el totalitario político han decidido que tenía cosas buenas.
¡Faltaría más! Ni el mayor asesino deja de tener un momento de bondad. Y no
digo que no lo tuviera con algunos o muchos de los suyos.
No sé
por qué, existe esa falsa manía de hablar bien de los que mueren, aunque hayan
sido lo que fue Fraga. Parece una obligación hacer panegíricos del fallecido. A
los fallecidos hay que valorarlos por su saldo vital. Y el
de Fraga es deficitario,
negativo.
Ser
ministro de Franco ya es algo que sólo podían aceptar los que tuvieran
estómago. Porque suponía tragar y corresponsabilizarse --cuando no decidirlo
personalmente—, con políticas totalitarias, vengativas, acciones contra la
dignidad y los derechos humanos, y por otro lado, favorecer a los afines, de
forma clamorosa.
Y,
perdónenme ustedes, pero si un tipo es capaz de estar bajo gobiernos de Franco,
con el cargo de ministro, durante los años sesenta, y además sentarse en un
consejo de ministros que decidió, de forma corresponsable, el asesinato de Julián
Grimau, simplemente por ser comunista, sólo puede ser lo que fue. Un tipo
despreciable. Se refirió a Grimau, como “ese caballerete”, de forma burlona,
justificando el asesinato de Estado.
Manejó
la censura, atentando contra la libertad de expresión, obligando a que los
medios se autocensuraran por miedo al cierre. Su presión consiguió, por
ejemplo, que Miguel Delibes dimitiera ante el intento de que Fraga impusiera la
línea editorial de “El Norte de Castilla”, el secuestro del “ABC” o el cierre
del diario “Madrid”. Como se puede ver, gente y medios nada sospechoso de ser
revolucionarios.
Durante
el principio de la transición fue nombrado Ministro de la Gobernación
(Interior) y en esa época, con Franco muerto y con aires democráticos en las
calles, actuó como era, de forma inflexible, teniendo bajo su responsabilidad
dos hechos criminales, los sucesos de Vitoria, donde murieron cinco
trabajadores y fueron heridos otros cien, y el de Montejurra, donde sabiendo
que la extrema derecha iba a cometer un crimen colectivo no actuó, y en el que
murieron dos personas y hubo varios heridos..
En
esa época acuño una de sus frases más famosas: “La calle es mía” en relación a una manifestación
no autorizada el 1º de Mayo. Una frase que denota la verdadera relación de Fraga
con los ciudadanos. Una relación de amo y esclavos. Lo que podían hacer, era
fruto de la concesión del poder, encarnado en gran parte por él. Así lo
entendía.
Después
vino la etapa democrática. Aquí Fraga, inteligente sin duda, no viendo otro
camino para seguir tocando poder, tuvo que emplear sus dotes de camaleón y
convertirse a la recién nacida democracia burguesa. Para ello, fue parte de la
comisión que se encargó de redactar la Constitución de 1978, apoyando la tesis
de “mirar adelante” y tapar con una capa de impunidad los crímenes del
franquismo.
Luego,
fundó Alianza Popular que terminó convirtiéndose, después del hundimiento de
UCD, en el actual Partido Popular. Al no conseguir ganar las elecciones
generales, decidió presentarse a las gallegas, donde presidió la Xunta durante
quince años.
Fraga
fue un hombre que vivió para y por el poder. Esa fue su obsesión. Tuvo mucho
poder, pero no tuvo el Poder (con mayúsculas). Porque su objetivo era ser
Presidente del Gobierno español y ahí siempre fracasó.
No he deseado su muerte. Ojalá hubiera vivido más. Lo suficiente
para que fuera juzgado por sus responsabilidades políticas durante la dictadura
franquista y los primeros años de la transición.
Sin
embargo, representa parte de esa herida que no se cierra por acuerdo de tirios
y troyanos y que ha hecho de este país, una democracia imperfecta donde los
criminales mueren en la cama, mientras que muchos que defendieron el orden
constituyente siguen por las cunetas.
Y
que no vengan con historias, no es odio, no es revancha, lo que pedimos los que
creemos en la Memoria Histórica, es Verdad, Justicia y Reparación.
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