Lo desveló Rajoy en su entrevista
con los dirigentes sindicales de CC.OO. y UGT, el BCE había solicitado al
Zapatero la implantación de los mini job, al estilo de Alemania para fomentar
la contratación y luchar contra el paro.
Pero
¿que son los mini job? Los mini job o mini empleos, son un nuevo tipo de
contratos por los que el empleador ofrece una menor jornada laboral que la
habitual a cambio de un salario por debajo del salario mínimo interprofesional.
Que en el caso de Alemania está en 400 € mensuales pero que en España estaría
entre los 250 y los 300 €. A cambio de eso el empleador pagaría menos costes
sociales e impuestos y el trabajador solo cotizaría voluntariamente a la
seguridad social y estaría exento de tributar a la Hacienda Pública. Esto
tendría graves repercusiones en la pensión y en el acceso a la seguridad
social.
Inventaron la pólvora.
Este tipo de contrato solo persigue dos cosas: reducir los costes salariales
del empleador e incrementar la precariedad laboral del trabajador. Porque, ¿que
sentido tiene, si no, este nuevo contrato, cuando en España existe la
contratación a la carta? Que el empresario necesita que se trabaje menos horas
al día, contrato a tiempo parcial. Que necesita solo para los fines de semana;
contrato fijo discontinuo. Que necesita solo de vez en cuando, un día, unas
horas, un mes; contrato temporal. Que se quiere ahorrar el mes de vacaciones,
despide en julio y contrata de nuevo en septiembre.
En este país existen
tantos tipos de contratos como necesidades de contratación tengan los
empresarios. Pero no se trata de eso. Se trata simplemente de reducir los
costes laborales, para incrementar los beneficios y precarizar aún más las
condiciones de trabajo. Con la última reforma laboral se ha flexibilizado la
contratación, se ha abaratado el despido y se han incrementado las razones para
despedir y se sigue sin crear empleo. No se crea empleo porque el problema no
está en el mercado laboral, el problema está en la falta de actividad económica
y eso no se arregla con reformas laborales. El problema está en la falta de
crédito para los empresarios y en las medidas de ajuste que contraen el consumo
y por tanto la actividad económica.
Dicen los gurús del
liberalismo que este tipo de contrato haría que saliera a la luz la economía
sumergida y creciera el empleo. Eso es falso, porque este tipo de contrato solo
traería como consecuencia el desplazamiento del trabajo, desde el empleo fijo,
estable y con derechos a un empleo precario temporal y con menos derechos
laborales. Y si ya la picaresca empresarial española hace que los contratos a
tiempo parcial sirvan para enmascarar salarios a remuneración parcial con
jornadas a tiempo completo, este tipo de contrato solo redundaría en esas
mismas jornadas laborales pero con menos salarios y menos derechos.
Dice el patrón de los
empresario que más vale un contrato de trabajo por 400 € mensuales que estar en
el paro. Pero el exprimir salarios y derechos laborales tiene un límite. Porque
si para que un empresa pueda funcionar es necesario condenar a los trabajadores
a salarios de miseria y a condiciones laborales tercermundista, quizá sea mejor
que esa empresa desaparezca. Las empresas no deben subsistir a cambio de esas
condiciones, porque eso es malo incluso para el propio tejido empresarial.
Porque lo que se está generando con eso es dumping empresarial y competencia
desleal, que tiran, artificialmente los precios y los salarios a la baja.
Estamos empezado un
nuevo ciclo político que nos va a traer nuevas arremetidas contra los derechos
de los trabajadores. Y, o tomamos conciencia de esa realidad y la combatimos, o
nos veremos abocados a situaciones laborales cercanas a la esclavitud. Estamos
ante una nueva fase de la lucha de clases, en la que empresarios y las clases más
poderosas van a intentar recomponer el modelo social, en su exclusivo beneficio.
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