miércoles, 14 de diciembre de 2011

Mini Job, la nueva ofensiva




Lo desveló Rajoy en su entrevista con los dirigentes sindicales de CC.OO. y UGT, el BCE había solicitado al Zapatero la implantación de los mini job, al estilo de Alemania para fomentar la contratación y luchar contra el paro.

Pero ¿que son los mini job? Los mini job o mini empleos, son un nuevo tipo de contratos por los que el empleador ofrece una menor jornada laboral que la habitual a cambio de un salario por debajo del salario mínimo interprofesional. Que en el caso de Alemania está en 400 € mensuales pero que en España estaría entre los 250 y los 300 €. A cambio de eso el empleador pagaría menos costes sociales e impuestos y el trabajador solo cotizaría voluntariamente a la seguridad social y estaría exento de tributar a la Hacienda Pública. Esto tendría graves repercusiones en la pensión y en el acceso a la seguridad social.

Inventaron la pólvora. Este tipo de contrato solo persigue dos cosas: reducir los costes salariales del empleador e incrementar la precariedad laboral del trabajador. Porque, ¿que sentido tiene, si no, este nuevo contrato, cuando en España existe la contratación a la carta? Que el empresario necesita que se trabaje menos horas al día, contrato a tiempo parcial. Que necesita solo para los fines de semana; contrato fijo discontinuo. Que necesita solo de vez en cuando, un día, unas horas, un mes; contrato temporal. Que se quiere ahorrar el mes de vacaciones, despide en julio y contrata de nuevo en septiembre.

En este país existen tantos tipos de contratos como necesidades de contratación tengan los empresarios. Pero no se trata de eso. Se trata simplemente de reducir los costes laborales, para incrementar los beneficios y precarizar aún más las condiciones de trabajo. Con la última reforma laboral se ha flexibilizado la contratación, se ha abaratado el despido y se han incrementado las razones para despedir y se sigue sin crear empleo. No se crea empleo porque el problema no está en el mercado laboral, el problema está en la falta de actividad económica y eso no se arregla con reformas laborales. El problema está en la falta de crédito para los empresarios y en las medidas de ajuste que contraen el consumo y por tanto la actividad económica.

Dicen los gurús del liberalismo que este tipo de contrato haría que saliera a la luz la economía sumergida y creciera el empleo. Eso es falso, porque este tipo de contrato solo traería como consecuencia el desplazamiento del trabajo, desde el empleo fijo, estable y con derechos a un empleo precario temporal y con menos derechos laborales. Y si ya la picaresca empresarial española hace que los contratos a tiempo parcial sirvan para enmascarar salarios a remuneración parcial con jornadas a tiempo completo, este tipo de contrato solo redundaría en esas mismas jornadas laborales pero con menos salarios y menos derechos.

Dice el patrón de los empresario que más vale un contrato de trabajo por 400 € mensuales que estar en el paro. Pero el exprimir salarios y derechos laborales tiene un límite. Porque si para que un empresa pueda funcionar es necesario condenar a los trabajadores a salarios de miseria y a condiciones laborales tercermundista, quizá sea mejor que esa empresa desaparezca. Las empresas no deben subsistir a cambio de esas condiciones, porque eso es malo incluso para el propio tejido empresarial. Porque lo que se está generando con eso es dumping empresarial y competencia desleal, que tiran, artificialmente los precios y los salarios a la baja.

Estamos empezado un nuevo ciclo político que nos va a traer nuevas arremetidas contra los derechos de los trabajadores. Y, o tomamos conciencia de esa realidad y la combatimos, o nos veremos abocados a situaciones laborales cercanas a la esclavitud. Estamos ante una nueva fase de la lucha de clases, en la que empresarios y las clases más poderosas van a intentar recomponer el modelo social, en su exclusivo beneficio.

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